Los cables se enrollan entre sí, y no es cosa de magia sino de física, y a menos que tomemos medidas nos encontraremos con nudos y vueltas de cable que, además, atraen polvo y suciedad y terminan haciéndonos la vida imposible.
Cuanto más redondo y largo sea un cable y más espacio tenga para moverse, peor. Por tanto el primer paso es reducir el espacio disponible para los cables, que no estén libres y, si es posible, que estén sujetos de alguna manera. Si el cable es demasiado largo podemos intentar una serie de trucos para acortar su longitud a la que es imprescindible, como cogerlos con unas bridas.
Existen muchas cajas para organizar los cables en el mercado, que no solo mantienen los cables contenidos, sino que además proporcionan armonía y orden, los ocultan y nos permiten disponer de escritorios despejados. Ejemplos hay decenas, pero podemos citar dos para que nos hagamos una idea de cómo son estas cajas: en IKEA, la caja KVISSLE, en Amazon podemos encontrar muchos modelos, por ejemplo The Ebox.
Las personas más mañosas pueden fabricarse su propio estante inferior en el escritorio, con compartimentos para cada uno y guías de cable que mantengan fijos los mismos, de forma que no haya posibilidad de que se enrollen, o se hagan nudos.
Las claves para conseguir desenmarañar esa cantidad de cables que tienes en el escritorio se resumen en tres principios:
. Reduce los cables en el escritorio a los completamente imprescindibles. Si no vas a usar ese cable de forma habitual, guárdalo.
. Agrupa los cables del mismo tipo, y utiliza algo como etiquetas con velcro para mantenerlos a la vez identificados, y con el largo imprescindible.
. Si es posible, oculta los cables con cajas como las que vimos más arriba. Eso te dará una sensación de limpieza y orden que contribuirá a que trabajes mejor.
Ahora ya no tienes excusas para tener el escritorio más despejado y ordenado, libre de cables, de polvo y, por añadidura, tendrás los cables mejor protegidos.
(Fuente: blogmapfre.com)